Estoy con Jp y Gini en el Pompidou viajándome con las instalaciones y me doy cuenta de que no tengo idea como estuvo el vuelo de WamosAir. No recuerdo nada en lo absoluto al respecto. En ese instante digo: “esto es un sueño”, y ante los ojos maravillados de Gini despego y me largo de ahí.

Vuelos y vuelos, aventuras en un metro extraño que llega a una estación medio abandonada de NY. Dos tipos se me quedan viendo raro. Uno de ellos parecido al maya que cuidaba animales en Xplor. Debe ser porque decidí pararme en el muro del vagón, paralelo al techo. Me quieren hacer daño, según yo. Y eso es porque Gini me había advertido que si es un sueño, no debo de ver a la luna (fue lo primero que hice después del Pompidou).

Luna llena hermosa. Me dan algo de miedo esos dos, y me paso al vagón delantero hasta llegar con el chofer que es un negro inmenso y le digo que me quieren hacer algo dos tipos que me están siguiendo con harto interés. Me dice que en ese tren nunca jamás ha habido problemas, y me enseña la foto de un hawaiiano sonriente vestido de rojo con una expresión similar a Óscar Espinoza Jr, vestido de rojo, campeón de MuayThay y amigo suyo que al parecer mantiene el orden ahí. Le digo: “es en serio, me quieren chingar”. Para el tren, me bajo, los dos tipos se bajan y en eso los sigue el hawaiano. Le digo y empieza como a hacer un performance karateka que obviamente sale mal, y se rueda de una colina, enredado en su propia ropa. Muy cagado, eso basta para que los dos malos rompan en risa y empiecen a cotorrear conmigo. Dicen que lo que pasa es que me vieron volando dentro del tren y que quieren ver quién soy. Les digo que soy un dude que anda soñando y despego de ahí.

Acto seguido, estoy en el jardín con dos japonesas lindas. Cotorreando. Me dicen que ellas hablan una inglés y la otra japonés. Les pregunto si el universo tendrá un salón lleno de traductores de sueños, porque les explicó que yo las oigo en perfecto español.

Reímos. Y una de ellas me truena un grano en la cara que me dice me llevará hacia adelante. Luego hay un episodio extraño con dos gatos, hay mucho cariño y de pronto una chiquita que se parece a la pioja se siente mal o algo y aparece una araña, luego otra y al rato hay como 20 arañas entre las plantas. Yo conservo la calma y vuelo en lo que regresa el gato más grande. Supongo que habrá sido un aviso de pesadilla, o algo así. 

Acto seguido, tal vez, ¿estoy con Gini y Alex? O, ¿Paola y Ale? Son dos hermanas en su casa jugando tenis en la sala. Esto es un sueño así que el tenis es volando y de cabeza, pelotas al techo y sensación de flotación particular. Poca madre.

De repente le pegamos un pelotazo al estéreo y se aparece un papá al estilo Peña Nieto diciendo que le había avisado el fabricante con una alerta que habíamos jodido su aparato. De hueva.

Me despierto, al cambiar de posición en la cama. Estoy un poco dolorido por llevar un rato en la misma posición.

— por Andrés Rozada Diego Fernández, 2016