Siempre supe que volvería a Cabo Pulmo. Lo supe desde antes de escuchar con certeza que no te volveríamos a ver.
Cabo Pulmo no me pareció tan obviamente bello aquella vez. Todo el paisaje traía un filtro de tristeza y desde ese día, siempre que pensaba en Cabo Pulmo, llegaban momentos tristes.
Cuando pensaba en el risco, recordaba situaciones tormentosas, cuando pensaba en el mar, me venían imágenes oscuras y cuando hablaban de Baja California, me sentía incómoda.
Decidí volver para tu cumpleaños #35 y sin mucho analizarlo compré unos boletos a San José y renté un carro en dirección a Cabo Pulmo. Septiembre es temporada baja, es tiempo de lluvia y cuando llueve la buceada es complicada. Por eso, muchos hoteles cierran, los locales se van de vacaciones pero lo que no sabe mucha gente que no va a Cabo Pulmo en temporada baja, es que el paisaje se vuelve verde y frondoso, que los suelos desérticos de la zona se cubren de musgo y las cactáseas que rodean la carretean se acompañan de una vegetación húmeda de tonos verdes fosforescentes.
No sabía bien qué buscada en este regreso. Mucha gente usa la palabra Paz pero nunca entendí bien qué quería decir eso. No hice muchos planes, me llevé lo que me quedaba de sus cenizas, tomé un avión con mi hermana, y llegamos a San José. Tuve miedo aterrizando y recordé la vez pasada, pero al bajarnos del avión y pisar tierra, supe que no sería tan difícil.
Fue en realidad muy natural todo. Se sentía bien estar ahí y te sentía cerca. Manejamos a Cabo Pulmo temprano en la mañana. El cielo estaba bellísimo y la conversación con mi hermana fue agradable.
Al llegar a nuestro hotel, reconocimos varios puntos y simplemente los observamos. Comimos algo en Los Caballeros y nos fuimos hacia la Playa Los Arbolitos.
No había un alma. Vi lugares que en el recuerdo me revolvían el estómago y los observé como simplemente lugares. El estar en Cabo Pulmo de nuevo me hacía verlo con otros ojos, quitando el filtro de tragedia.
Subimos el risco hacia el último punto en el que nadaste buscando pescaditos con tu máscara de snorkel. El mar estaba precioso y se veía delicioso.
Me metí, nadé, jugué un poco y lo disfruté muchísimo. Los tonos turquesas del mar no se sienten como los del Caribe. Es un mar con más personalidad y movimiento, pero es un mar tranquilo, y sí, es un mar que da paz. Cabo Pulmo es un lugar que emana Místic, que retumba tu persona y tu ser, es bellísimo pero intriga y creo que si un lugar podría tener tu nombre, sería ese. Repartí tus cenizas sonriendo, sentí que te liberaba hacia donde perteneces.
Siempre supe que volvería y ahora sé que seguiré visitando Cabo Pulmo. Pienso que es un lugar que a muchxs ayudaría a entender lo inentendible y a la vez lo inevitable de tu partida.
Cuando íbamos de regreso, vimos un águila en el camino. Estaba detenida atrás de un charco de agua. Estábamos en el coche y nos acercamos. Nos detuvimos y ella seguía en frente de nosotras. Pasaron un par de segundos y emprendió vuelvo hacia nosotras y luego pasó por la izquierda del coche. Hermosísima y mágica: una cara-cara. Estabas ahí.
Juntxs siempre.
Te amo.
— Por Virginie Martin-Onraët, 2018