Homenaje a ah Xok

de Christian Beckmann para Andrés

A Chanek:

Tengo que admitir que desde que te fuiste he estado en duelo, y que mi duelo más fuerte fue haberte descuidado por tantos años … típico de vatos, “pos cada quien se rasca como puede”. Me encantaría poder invitarte un mezcalito y “ponernos al día”.

Por eso llevo tiempo redactando un poema, se ha convertido en mi obsesión… quisiera capturar un poco de la esencia de nuestra amistad, para que cuando el tiempo pase y las memorias se diluyan, siempre quede un texto que la reviva.

Llevo meses colectando y tomando notas en mi cabeza de símbolos, eventos, textos, pensamientos.

Al poema he buscado darle un poco de carácter prehispánico, recordando nuestro viaje por el mundo maya y nuestro gusto y admiración por las culturas antiguas.

De hecho, hace no mucho leí un texto de unos artistas de origen zapoteco “nuestros antepasados pensaban que las personas y animales comparten un espíritu”. Varias culturas en el mundo creen en este vínculo sagrado, y me queda muy claro con quien compartes tu espíritu, pues es un hecho que tu muerte ha dejado una marca en tu vida.

Esto me llevó a rascar un poco de las culturas hawaianas (la leyenda de Mano Kanaka) y neo zelandesas (la leyenda de Paikea el jinete de ballenas) que muestran esa intimidad del hombre con el mar y los animales que lo navegan. Incluso me he “empapado” un poco del “México Pelágico”, que yo desconocía era tan rico y tan diverso.

Me parece impresionante que de todos los mundos que pudiste escoger, escogiste un mundo que aún continúa retando y sorprendiendo a la humanidad. Un mundo lleno de misterios y magia.

Además, fue un mundo que inexplicablemente a los dos nos llamó, de alguna u otra forma. A pesar de haber crecido en un lugar árido y lejos de la costa, el agua nos ha unido. Ya fuera con múltiples viajes a la playa, con actividades acuáticas como el remo, o compartiendo aventuras de alta mar.

Obviamente el poema también trata de capturar lo trascendental e inexplicable. Aquello que perseguíamos al seguir tradiciones espirituales como fue nuestra búsqueda del jicuri en el Wirikuta (lugar sagrado huichol).

Carnal, tal vez no fuimos los cuates que siempre nos buscamos, ni confidentes, tampoco recuerdo muchas largas charlas, de hecho, creo que éramos más propensos a caer en silencios. Pero disfrutábamos de nuestra compañía, sobre todo cuando involucraba un viaje a la naturaleza, a lugares “exóticos” o “místicos”.

Siento que, sin conocernos mucho, siempre compartimos una conexión; la cual no soy capaz de explicar, y que realmente no hacía falta más que vivir la vida, sin darle muchas vueltas y sin mucha necesidad de platicarla, mejor usar la imaginación y explorar el potencial humano.

Buscando en mis correos, me encontré estos textos en específico que me gustaron mucho, y que me los enviaste durante mis afortunados viajes de navegación por el Atlántico, me recuerdan perfectamente tu personalidad y tus añoranzas:

“me resulta muy agradable pensar en que por lo menos tu estas cruzando el charco, rifándote en la tormenta y durmiendo de la verga. Espero que de menos ya estés considerando el tatuaje del ancla. no sabes lo rifador que es con las chicas, y creo que se va a poner de moda otra vez en unos años.”

“y también seguro vas a estar pensado chingos de mamadas. muchos escritores han sido marineros, se supone que la falta de contacto con tierra te hace cosas en la cabeza. te llevaste algún libro bueno?”

Pues hoy por hoy, el rifado eres tú, y por eso te he dedicado este poema que pretende transformar esa muerte catalogada como trágica, en algo más mágico y con un significado mucho más profundo. Haciéndole así, honor a tu apodo “Mistic”, que no por nada te distinguió; ya que para ti no parecía haber nada mundano, todo parecía tener un significado… ó en el peor de los casos, esas cosas mundanas le daban humor a la vida.

Homenaje a ah Xok

Eres parte del misterio del mar.
Intrigante,
tu espíritu llegó a este mundo,
muchos años antes que el de muchos más.

Depredador respetado y venerado,
protector del mundo acuático,
navegas los océanos con libertad.

El mundo es tuyo,
hay que conocerlo y disfrutarlo.

Así siempre viviste y nunca retrocediste,
Ésa no es tu naturaleza:
siempre adelante, no hay que echarse “pa trás”.

Aunque te gusta la soledad,
también te gusta estar en comunidad.
No por nada elegiste Cabo Pulmo.

Ahí no vas tú solo navegando,
hay diversidad que alimenta el alma,
hay “cultura” para la humanidad.

Tal vez nunca lo supiste,
pero en muchos libros, cuentos y piedras habitas.
Algunos te labraron en jeroglíficos,
y hasta el gran Aristóteles te dio nombre.

En la mitología eres ah Xok, señor tiburón,
Y en las islas remotas eres mano,
Te atribuyen la fortaleza, la nobleza y el poder.

Que no dista de lo que fuiste para nosotros hermano,
aquel que nunca se quiebra,
cual espartano en la batalla de Termópilas

Chinga-quedito no iba contigo,
amacizar a golpes, seguro fue tu lema
y así perder un poco el ego
que nos nubla el juicio.

Y tu humor sombrío,
de ingenio preciso y sorprendente,
cual broche de oro, encajaba de forma excepcional;
echarse a reír, era el único remedio.

Tampoco hacía falta platicar mucho,
Sólo era cuestión de ser, de estar, de viajar, de empedar.
De vivir.

Recuerdo bien nuestras búsquedas del jicuri,
Nuestra incesante búsqueda del ser,
Esos viajes en que todo simplemente funcionaba.

Jamás olvidaré, que un día, contra todos los pronósticos,
Dimos contigo en medio del Wirikuta.
en un lugar donde había más cactus que personas,
Con unas pocas pistas, te encontramos.

Mano Kanaka, hombre-tiburón
mística fue tu partida.
Buscándote, a ti mismo te encontraste.
Regresa tu espíritu,
a aquel mar que siempre añoraste.

¡Nuestro aumakua, tiburón protector, saludos hermano!
Un abrazo hasta aquel cabo donde ahora vives,
Aquél es tu Wirikuta, tu lugar sagrado
que recorres y disfrutas, que observas e investigas,
con mirada inquisitiva.

— Por Christian Beckmann, 2018

Foto de René Martinez