Con M de Mistic
México se escribe con M. Como Mistic.
No recuerdo la primera vez que nos vimos,
sí cuando lo conocí.
Traía su chamarra verde, su palabra quirúrgica, su cerveza en la mano.
Me habló de grandes gestas.
Truncas y no tanto.
Me enseñó a abrazar colores familiares pero nuevos.
A administrar mis glóbulos rojos en el verde césped.
A desenmascarar los fantasmas.
La salsa correcta. El grito preciso. A llorar borracho.
Me habló de anillos, de amor, de tener un lugar en el mundo.
De lo simple. De compartir. De la amistad.
Me mostró la luz en la noche de la fatalidad.
Me mostró la estrella en el amanecer de un país.
Su país. Nuestro país.
México. Para siempre, con M de Mistic

¿Qué te puedo decir del Andrés?

Seguido me acuerdo de él y pues me llena de mucha tristeza y luego me pongo melancólico porque la verdad lo extraño y me hace falta cotorrear con él.

Uno de mis mejores amigos, lleno de cualidades y defectos como todos y como yo.

Era un cabrón con el que siempre podía contar, creo que su inteligencia emocional era mucho más avanzada que la de muchas personas, a lo que me refiero es que era mucho más maduro con sus ideas, impulsos y sentimientos.

Creo que desde muy joven aprendió a desarrollar sus relaciones de una manera más profunda y cercana y es por eso que tanta gente lo quería. De igual forma como siempre podías contar con él, creo que si no jalabas parejo y le hacías una mamada fuerte, él sabia distanciarse.

Nos hicimos buenos amigos solo unos meses después de que su Mamá falleció. Tuve la oportunidad de ir a un viaje con él y pues nada más éramos él y yo. Teníamos unos 15 y creo que esas primeras interacciones y pláticas fueron lo que definió nuestra amistad. Nos estábamos quedando en un pueblito y no había nada que hacer, ni ver la tv, ni nada por el estilo, sólo trabajar en el campo y luego echar la hueva. Por obvias razones nos conocimos mucho mejor y nos hicimos más cercanos.

Sólo una vez me contó de su jefa, no le hice preguntas, sólo lo escuché y le mencioné que si necesitaba hablar más pues ahí estaba. Creo que su forma de lidiar con esa situación fue madurar y crecer tanto espiritualmente como emocionalmente mas rápido que yo y mis demás amigos.

Algo muy especial de Andrés, era que le gustaban muchas cosas que las demás personas pasamos por alto, en su último viaje a NY, me mencionó que le parecía una excelente idea los poemas que ponían en el metro, y nos platicó de uno que acababa de leer.

Cuando me iba del DF y me mudaba a NY, sin decirme nada me regaló un libro. Sé que tal vez lo hizo para desearme suerte y para confirmar su cariño y amistad hacia mí, pero pues también creo que fue un recordatorio de que pasara lo que pasara, siempre podía contar con él.

Esos y muchos más otros detalles y actitudes es lo que lo hicieron un gran amigo y persona. Desde que me acuerdo, siempre hizo lo que quiso y pues yo me quedo con esa libertad que lo caracterizaba y me gusta pensar que vivió sin arrepentirse de ninguna de sus decisiones.

—  por Nacho Morales, 2018

Virginie Martin-Onraët

Creamos este sitio hace unos meses y lo aprovecho para escribir este mensaje un tiempo después de tu partida, ya que la cabeza funciona un poco mejor y el corazón está menos apachurrado.

Abro con uno de los miles de textos que me acompañan estos días. Bonito poder leerte y sentir que estamos iniciando una conversación (que rápidamente se convertirá en un debate).

El texto se llama: Sobre las últimas palabras: 

“Las últimas palabras de alguien constituyen una especie de statement distinto a todos los que pueda hacer en la vida pues por obvias razones, están conferidas de un peso especial. Son diferentes también en que no siempre están relacionadas con la vida y obra de quien las termina diciendo, ya que difícilmente alguien pueda ponerse a recitar alguna expresión ensayada, o a pensar en algo de carácter memorable cuando se enfrenta a su propia muerte. Existen casos diversos en ambos sentidos, desde frases célebres dotadas de gran valentía y simbolismo, hasta oraciones chuscas que terminan siendo vinculadas con el personaje casi por casualidad… como las últimas palabras de Álvaro Obregón antes de que fuera asesinado: “más totopos.” Generalmente las últimas palabras mejor formuladas son aquellas que no llegan de forma abrupta, y son dichas en camas de hospital, o frente a algún pelotón de fusilamiento… como la controversial frase atribuida al Che Guevara: “Dispara ya, que estás matando a un hombre.” 

Entre personajes acostumbrados a la fama, que llevaron vidas distendidas como celebridades, existen varios ejemplos de frases memorables, de un carácter más ligero. En especial me gustan la de Humphrey Bogart: “I should never have switched from Scotch to Martinis”, y la de Groucho Marx, cuando alguien le rogó que no estirara la pata: “Die, my dear? Why, that’s the last thing I’ll do!”.

Me puse a pensar que seguramente para algunos personajes cuyas vidas están en peligro, ya sea por salud o profesión, debe existir ya una frase prefabricada para ese momento, algún acordeón mental para dejar esta vida con estilo. Gente que vive con las horas contadas: soldados, criminales, corresponsales de guerra, policías de zonas peligrosas o algo similar. Lo que uno menos quiere es que le pase lo que a Pancho Villa, que al ser balaceado por sorpresa, sólo pudo pedir que inventaran que había dicho algo padre.

Un ejercicio interesante que se me ocurre, útil para la vida, sería utilizar un lenguaje que vaya acorde a la frase: “vive cada día como si fuera el último”, que en términos lingüísticos sería algo así como “habla como quieras ser recordado”. Así, cuando llegue la hora, probablemente sea a mitad de una frase más célebre que “Ira, no manches…”
ARDF 01/09/12

***

Por algún tiempo estuve atorada en los “Últimos”. No sé cuáles hayan sido tus últimas palabras o tus últimos pensamientos, pero estoy segura que no fueron un “Ira, no manches.” Me imagino también que de cierta forma, estuvieron cargados de humor.Por semanas estuve reviviendo ese último mes con y sin ti. Mi cerebro repasaba cada detalle desde semanas antes, hasta unos días después. Recordaba cada conversación, cada mañana, cada llamada y cada intercambio por más insignificante que fuera. No encontrar qué nos dijimos en la última llamada me atormentaba, volvía a ver la última foto que te tomé, la última vez que abrazaste a Juan, el último beso.Pero he decidido (tratar de) dejar de pensar en estos “Últimos”. Nunca sabré cuales fueron tus últimas palabras, pero no importa porque dejas cientos de palabras escritas y una infinidad de conversaciones por recordar.Hoy escribo y festejo porque te tuvimos cerca por el tiempo que te tuvimos. Mentiría si no dijera que anhelo tu presencia en cada momento de mi vida, pero hoy puedo sonreír y saberte cerca. Puedo saberte bien. Festejo también que hayamos decidido pasar nuestro para siempre juntxs y aprendo que este siempre tiene diferentes significados. Festejo lo que representaba el Popofest y brindo porque te amo y te amaré por siempre. Celebro también porque me siento mejor y espero que todxs lxs que te aman se sientan igualmente un poco mejor.Hoy propongo celebrarte Mistic, brindar porque exististe a nuestro lado, sabiendo que sigues existiendo en otras formas. Festejemos que Mistic se convirtió en este ser que nos llenó de momentos mágicos, de aprendizajes, de risas, de amor, de besos y de abrazos. Que su recuerdo nos de la fuerza para disfrutar de todo, para ir más lejos y explorar más, para leer todo y olvidar el miedo.

 De tu libreta roja de ideas:

“Con el tiempo que existimos, tan sólo un instante, una fracción mínima, nuestra materia goza de la posibilidad de la vida. Los átomos se asocian en moléculas y éstas en sustancias que forman células y un día pensamos, tenemos ojos y carne, y la posibilidad de entenderlo todo. El tiempo es limitado, a pesar de que parezca infinito, y en parte por eso se nos olvida que no hay que perder una oportunidad por vivir. Grandes mentes, santos y genios por igual yacen descarnados, esperando volverse polvo, y nosotros en instantes les estaremos alcanzando. La condición humana, por limitante que parezca, es la utopía existencial. Todos deseamos ser alguien, sin saber que el hecho de tan sólo ser es de por sí, maravilloso.”
ARDF 15/10/13

 Hoy te leo, te recuerdo y decido que me acompañes a descubrir el mundo como lo habíamos planeado. Hoy me vuelvo cada vez más adicta a reddit y te agradezco todos los libros de ciencia ficción, agradezco tus notas y escritos, tu música, tus ojos y tu sonrisa. Hoy aprecio también que me explicaras cómo va uno sólo a un bar y la pasa bien: “todo está en estar concentrado en algo”.

Hoy te extraño como nunca te extrañaré y trabajo en no pensar en el tiempo que nos faltó sino en el tiempo que recorrimos juntxs. Festejo que tuve el privilegio de ser tu Pochis, y brindo porque sé que fuiste genuinamente feliz.

Hoy celebro que no quedó nada pendiente.

Cierro con tus palabras que siempre atinadas dicen:

“La Luz alberga toda posibilidad de vida. Es gracias a ella que sobre todo, la vida existe. Todos los seres son bañados por La Luz de millones de galaxias en cantidades mínimas pero suficientes para decir que vivimos en un array constante de luz de estrellas. Un wifi a escala universal. Está todavía lleno de misterios el terreno, la materia, la esencia de La Luz.”

ARDF 10/11/14

MiLuz. MiMistic. MiPinchePopó.

Te amamos.

Feliz día del Popofest – 11 11 17

***

Y, all is full of Love

Misterio y Seducción o El Famosísimo Machacado con huevo presenta:

“Hoy empiezo a publicar un breve escrito posmoderno, totalmente detestable, pero que demuestra que tengo dotes líricas para escribir al estilo erudicial de estos días.

Dígase cualquier cosa.”

— blog creado el 27 de Mayo del 2010 por Andrés Rozada Diego Fernández

Ayer escuchaba en el radio la historia de Jean Bauby, que después de un derrame cerebral despertó dándose cuenta de que podía ver, oír y pensar perfectamente, pero no podía mover un solo músculo fuera de su párpado izquierdo. En esas condiciones escribió un libro que lleva más de un millón de copias vendidas y una película. Dos días después de publicar ese libro, Bauby murió de un problema respiratorio.

Puede sonar a anécdota mañanera de Toño Esquinca, sin embargo lo escuché en 107.9, y además ese no es el punto. El chiste es que a veces esas cosas pasan. La vida de repente da un vuelco. Estemos preparados o no, lo importante es tomar esos cambios a favor. Aún mas importante, es reconocer un agente de cambio como tal, y no dejarlo como un hecho aislado.
Si tenemos vidas sencillas: sin guerras, sin pobreza extrema, sin enemigos mortales, sin una causa por la que dar la vida; creo que es posible inventar nuestros propios agentes de cambio, los motores de una existencia con significado.

Dudo que vaya a venir otro Hitler a llenar la vacante de super villano, y que gracias a eso tengamos un papel que jugar. Prefiero pensar que la vida nos da avisos, casi siempre sutiles, invitándonos a hacer algo por nosotros. Incluso si decidimos no hacer nada y tan solo vivir sin demasiados sobresaltos, puede que el momento de la muerte sea aquello por lo que seamos recordados.

— por Andrés Rozada Diego Fernández, 2011
publicado en Misterio y Seducción Le scaphandre et le papillon

Me desmayé cagando,
No lo había planeado,
Tantas horas sentado,
Con el culo morado.

Me escapé de una fiesta,
Me fui corriendo al baño,
Y para mi sorpresa,
Se tornó en una siesta.

Por qué por qué por qué,
Me desmayé cagando,
Cagando, cagando.

Ya no voy a esconderme,
¡Voy a cagar de frente!
Qué importa quién me vea,
Mientras estoy cagando.

Y es que cuando uno caga,
El tiempo se detiene,
De pronto ya no hay nada,
Tan sólo tú y tu caca.

Por qué por qué por qué,
Me desmayé cagando,
Cagando, cagando.

Cuando me desperté,
No había nadie en la fiesta,
Sólo yo y mi caca,
Y esta canción de mierda.

Por qué por qué por qué,
Me desmayé cagando,
Cagando, cagandoooo.

― por Andrés Rozada y Teresa de Miguel, 2015

Santiago Maza

Mistic era un cóctel de férrea disciplina, generosa genética gambetera y un carácter de kevlar y cuero; sin embargo, hoy se va a hablar de cómo era dentro de la cancha y no de su merodear por las calles del chilango.

Porque no hay cadena televisiva con presupuesto suficiente para comprar el especial de éste futbolista icónico de los barrios de la Roma, Satélite y Acoxpa (así como de sus fases canteranas en León y Buenos Aires), a continuación, a modo de inventario, está el desglose de #MiMistic que es de todos pero más mío porque no lo presto porque #MiMistic.

Andrés tenía la misma tracción que lo que una mula minotáurica -hecha con las patas de Cafú e Ivanovic y reforzada con prótesis diseñadas por Giger- podría llegar a poseer.

Contaba con la garra para jugar herido patentada por Beckenbauer. Se había hecho de un gatillo perpetuamente cargado tipo Zlatan; ése que no reconoce el estado de reposo sino lo contrario, se mantiene en un estado de paranoia belicosa siempre listo para riflear a portería… y/o al rival.

Cuando la jugada lo ameritaba, Místico podía lanzar el rugido de batalla de Rafa Márquez; ese con el que vociferaba apoyo, exigencia, respeto y rigor a sus compinches con los que colaboraba en el campo. Aunque no quisiera, llevaba encendida la mirada retadora de Cantona, con esa misma apuntaba al balón, al rival, al árbitro o al colega que recién había regalado una pifia.

Disfrutaba de una capacidad inaudita, que hasta hoy sólo él y Maldini han sabido dominar, para barrer al rival limpiamente y tirar rostro impúdicamente en simultáneo.

Asimismo, preservaba siempre su congruencia -esa à la Gullit- para sacudir el vestidor y predicar con goles y sudor el segundo tiempo.

Es importantísimo señalar que Danger, el duro más duro, tenía los dos huevos de Gattuso en su izquierdo y los dos de su amado Picas Becerril en el derecho. Como buenos architettos, la visión y la barba son paralelismos naturales entre Andrés y Andrea. No Mistic No Party.

Fuera perdiendo o ganando, tres goles anotados o hasta uno que otro en puerta propia, llevaba con él la sólida elegancia de Xabi Alonso. Mistic tenía: la sed por cerveza en el tercer tiempo de George Best; el insaciable hambre por el balón de su chaparrito Lionel; el código de honor de Wenger; la sapiencia innatamente pambolera de Laudrup; el liderazgo de Sir Alex Aguinaga; las rodillas sangrantes de Gravesen; los siete pulmones de Henry; el aguante de Baresi; el olfato a gol desde la zaga de Carlos Alberto; los golazos de Aspe; la ferocidad de Tarantini; el balonazo a la ingle del Cuauh; el gusto por las letras de Valdano y la dedicación por el sci-fi de los Toros Neza.

Pero sobre todo, tenía una abrumadora, inaudita e imperdonable capacidad por volar la bola de la cancha.

Me preocupa más ser buena persona que ser el mejor jugador del mundo, dijo Messi, el mejor jugador del mundo. Mistic opinaba igual, sólo que el sí optó -con disciplina, pasión y contundencia- por dedicarse a ser esa gran persona que hoy tanto aplaudimos.

No quiero ser una estrella; prefiero ser un buen ejemplo para los niños, dijo Zidane. Y Padre Sánchez, tu serás la estrella que pone el buen ejemplo a todos nosotros, tus niños.

— Por Santiago Maza, 2017

publicado en juanfutbol.com

Las últimas palabras de alguien constituyen una especie de statement distinto a todos los que pueda hacer en la vida, pues están conferidas de un peso especial, por obvias razones. Son diferentes también en que no siempre están relacionadas con la vida y obra de quien las termina diciendo, ya que difícilmente alguien pueda ponerse a recitar alguna expresión ensayada, o a pensar en algo de carácter memorable cuando se enfrenta a su propia muerte.

Existen casos diversos en ambos sentidos, desde frases célebres dotadas de gran valentía y simbolismo, hasta oraciones chuscas que terminan siendo vinculadas con el personaje casi por casualidad. Como las últimas palabras de Álvaro Obregón antes de que fuera asesinado: “más totopos”.

Generalmente las últimas palabras mejor formuladas son aquellas que no llegan de forma abrupta, y son dichas en camas de hospital, o frente a algún pelotón de fusilamiento. Como la controversial frase atribuida al Che Guevara “Dispara ya, que estás matando a un hombre.”

Entre personajes acostumbrados a la fama, que llevaron vidas distendidas como celebridades, existen varios ejemplos de frases memorables, de un carácter más ligero. En especial me gustan la de Humphrey Bogart  “I should never have switched from Scotch to Martinis”, y la de Groucho Marx, cuando alguien le rogó que no estirara la pata; “Die, my dear? Why, that’s the last thing I’ll do!”

Me puse a pensar que seguramente para algunos personajes cuyas vidas están en peligro, ya sea por salud o profesión, debe existir ya una frase prefabricada para ese momento, algún acordeón mental para dejar esta vida con estilo. Gente que vive con las horas contadas: soldados, criminales, corresponsales de guerra, policías de zonas peligrosas o similar.

Lo que uno menos quiere es que le pase lo que a Pancho Villa, que al ser balaceado por sorpresa solo pudo pedir que inventaran que había dicho algo padre.

Un ejercicio interesante que se me ocurre, útil para la vida, sería utilizar un lenguaje que vaya acorde  a la frase, “Vive cada día como si fuera el último”, que en términos lingüísticos sería algo así como “Habla como quieras ser recordado”. Así, cuando llegue la hora probablemente sea a mitad de una frase más célebre que “Ira, no manches…”.

— Por Andrés Rozada Diego Fernández, 2012

límulus.mx

Texto de Andrés Rozada
Fotos de Mateo Pizarro

La ciudad de México se compone de un sinfín de matices sobrepuestos, fruto de una historia larga y de suma complejidad. A menudo estos matices resultan siniestros, pero muchas otras veces, la ciudad nos sorprende con detalles de ligereza y sencillez que tanto bien hacen a sus habitantes.

Hace 7 u 8 años, manejaba sobre avenida Revolución hacia el sur cuando algo llamó mi atención. Una pareja de halcones se acababa de posar en un anuncio espectacular. No podía caber de asombro, pues, habiendo crecido en el Bajío, asociaba estas aves a las cañadas y montañas semiáridas de la sierra donde hay abundancia de presas: liebres, palomas, lagartos o ratones de campo. De chico podía pasar horas mirando por la ventana cuando salíamos a carretera rumbo a Jalisco o San Luis Potosí, buscando verlos volando a lo lejos, aprendiendo a distinguirlos de entre los zopilotes.

En aquellas épocas no había nada como ver un cernícalo haciendo “el espíritu santo”. Este método de caza, además de ser muy efectivo, resulta en un despliegue absoluto de habilidad, pues el halcón, a pesar del viento, permanece estático a unos 10 o 15 metros sobre la desprevenida presa, manteniéndose en dicha posición con ligerísimos movimientos del ala. Y cuando había suerte y el halcón se desplomaba en picada, al volver a aparecer de entre las hierbas lo hacía con la cena entre las patas.

Después de aquel día en Revolución, empecé a verlos con relativa frecuencia, una o dos veces al año, volando casi siempre en pareja. Aves de gran envergadura planeando imperturbables sobre las avenidas. Verlos aquí se volvió una especie de ritual sagrado, un símbolo de buena fortuna.

A principios del año pasado, el trabajo me llevó a Tlatelolco. Y tenía que ser ahí, en uno de los epicentros de la cultura de este país, que la buena fortuna se volviera algo cotidiano. En una de las primeras visitas vi aparecer a una pareja de halcones de Harris entre los árboles del Jardín Santiago, y a partir de entonces cada semana dedico varios minutos a verlos saltar entre las ramas, volar de un edificio a otro, viviendo en la ciudad.

Estos halcones se distinguen por ser sumamente sociables y cazar en grupos. Esta cualidad, aunada a su gran inteligencia, es una de las razones que hace de esta especie una de las más populares utilizadas en cetrería. Incluso han sido utilizados en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para ahuyentar aves y así evitar riesgos de accidentes.

No sé desde hace cuanto esta pareja halcones de Harris y una de sus crías decidieron quedarse a vivir en la ciudad, pero me parece una señal de que las cosas pueden mejorar. Si las áreas verdes de la ciudad y las azoteas de nuestros edificios son habitables para un grupo de rapaces, entonces se antojan posibles muchas otras cosas. La fauna de este valle, que tanto hemos alienado al saturarlo, parece encontrarse dispuesta a resurgir si la proveemos de los incentivos adecuados. Depende de sus pobladores y de sus gobernantes que empecemos a apreciar esta posibilidad.

 por Andrés Rozada Diego Fernández y Mateo Pizarro

1. En otra ciudad, la de los rascacielos, tan retratada en películas y a la que muchos nos sentimos cercanos, existe la historia con todo y documental (obvio), de un halcón cola roja llamado Pale Male. Este veterano de 24 años habita desde 1991 un edificio de la quinta avenida que da a Central Park. Está considerado uno de los primeros halcones que llegaron a Nueva York, y el principal responsable de haber engendrado a varias crías que se quedaron a vivir en la ciudad, y que ahora forman parte de una población estable que anida en los icónicos puentes y edificios de Manhattan. Grupos de aficionados a las aves suelen verse en el parque armados con sus lentes, buscando ver al legendario halcón mientras sale a hacer sus cosas.